Decálogo de María Montessori

    • Nunca toques al niño a menos que él te invite (de alguna forma u otra).
    • Nunca hables mal del niño en su presencia o ausencia.
    • Concéntrate en fortalecer y ayudar al desarrollo de lo bueno en el niño para que su presencia deje cada vez menos espacio para el mal.
    • Sé activo en preparar el entorno. Cuida de él meticulosa y constantemente. Ayuda al niño a establecer relaciones constructivas con él. Muestra el lugar adecuado donde se guardan los medios de desarrollo y demuestra su uso correcto.
    • Esté siempre listo para responder al llamado del niño que necesita de ti y siempre escucha y responde al niño que te pide ayuda.
    • Respeta al niño que comete un error y puede corregirse luego o inmediatamente, pero detén firmemente y de inmediato cualquier mal uso del entorno y cualquier acción que ponga en peligro al niño, su desarrollo o a otros.
    • Respeta al niño que descansa o observa a otros trabajar o reflexiona sobre lo que él mismo ha hecho o hará. No lo llames ni lo obligues a otras formas de actividad.
    • Ayuda a aquellos que están en busca de actividad y no la encuentran.
    • Sé incansable en repetir presentaciones al niño que las rechazó anteriormente, en ayudar al niño a adquirir lo que aún no es suyo y a superar imperfecciones. Haz esto animando el entorno con cuidado, con moderación y silencio, con palabras suaves y presencia amorosa. Haz sentir tu presencia lista al niño que busca y escóndete del niño que ha encontrado.
    • Siempre trata al niño con las mejores maneras y ofrécele lo mejor que tienes en ti y a tu disposición.

María Montessori